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Lissette
Lissette

01/JUL/2021
01/JUL/2021

 

Pedro Meseguer

Ya la conocéis. Es esa chica cubana, que anda por el IIIA desde hace años, siempre ocupándose de proyectos europeos, nuevas convocatorias, propuestas de difusión científica, aproximaciones originales a la tecnología… Yo ya había realizado actividades de divulgación con ella (Festa de la Ciència, 2019), pero hasta el domingo 13 de junio no tomé conciencia de sus arrestos. Creo que hacemos una buena pareja en la persecución del objetivo último de la divulgación: hacer llegar de forma efectiva elementos de IA a cualquier persona. Nuestra forma simbiótica de trabajar consiste en, ante una oportunidad divulgativa, proponernos temas, en función de nuestra experiencia, los asuntos calientes del momento y las orientaciones externas. En un par de iteraciones yo contribuyo con unas transparencias que ella critica, y convergemos en una o dos sesiones más. No hay fórmula, simplemente nos funciona. En la ejecución de la acción, yo presento y ella controla, interacciona con el público —cuando se puede— y me ve desde fuera; suele intervenir con alguna corrección o sugerencia que mejora la realización de la actividad.

            Este año íbamos a batir nuestro récord: el Ajuntament de BCN había aceptado tres actividades en la Biennal Ciutat i Ciència; además, ella me había enseñado a hacer presentaciones interactivas. El viernes 11, el primer taller (La IA que está en internet, 45 m), fue bien. Pero el domingo 13, el día en que culminaba la semana de la Biennal en la Festa de la Ciència, el día del segundo taller (Narrativa de ficción y límites de la ciencia, 45 m) y la microcharla (Los límites de la IA, 10 m), me levanté con fiebre alta y vomitando. En el CUAP de la calle Fluviá me trataron como sospechoso de COVID: test de antígenos negativo, aislado hasta los resultados de la PCR. Obviamente, no podía ni acercarme a la Festa. Decidimos ofertar el taller vía ZOOM, pero el Ajuntament no disponía de suficiente conectividad en el lugar asignado y optamos por cancelarlo (el tema era demasiado específico). Cuando ya pensaba que la microcharla correría la misma suerte, Lissette dio un paso al frente: «Yo la daré», me escribió por WhatsApp, «mándame la última versión de las transparencias». Eran las doce y media del mediodía, la presentación estaba planeada para las nueve de la noche.

              Aquella tarde intercambiamos mensajes hasta que ella se sintió confortable con mi forma de decir. Colaboramos para que la microcharla saliera adelante, trabajamos para que las ideas sobre los límites de la IA —con énfasis en los sociales y éticos—, se difundieran en la concurrencia. A las 21:12 recibí un satisfecho: «Ya he presentado». Quizás, como resultado de lo que Lissette dijo, alguna de las personas asistentes haya modulado su postura inicial sobre la IA. Todo nuestro esfuerzo va por ella. Y ahora que puedo mirar atrás con más serenidad, veo que en aquella situación apurada Lissette tomó la iniciativa y asumió una responsabilidad que no todo el mundo hubiera aceptado. Demostró ser una persona en quien se puede confiar frente a imprevistos. Chapeau, Lissette!

Pedro Meseguer

Ya la conocéis. Es esa chica cubana, que anda por el IIIA desde hace años, siempre ocupándose de proyectos europeos, nuevas convocatorias, propuestas de difusión científica, aproximaciones originales a la tecnología… Yo ya había realizado actividades de divulgación con ella (Festa de la Ciència, 2019), pero hasta el domingo 13 de junio no tomé conciencia de sus arrestos. Creo que hacemos una buena pareja en la persecución del objetivo último de la divulgación: hacer llegar de forma efectiva elementos de IA a cualquier persona. Nuestra forma simbiótica de trabajar consiste en, ante una oportunidad divulgativa, proponernos temas, en función de nuestra experiencia, los asuntos calientes del momento y las orientaciones externas. En un par de iteraciones yo contribuyo con unas transparencias que ella critica, y convergemos en una o dos sesiones más. No hay fórmula, simplemente nos funciona. En la ejecución de la acción, yo presento y ella controla, interacciona con el público —cuando se puede— y me ve desde fuera; suele intervenir con alguna corrección o sugerencia que mejora la realización de la actividad.

            Este año íbamos a batir nuestro récord: el Ajuntament de BCN había aceptado tres actividades en la Biennal Ciutat i Ciència; además, ella me había enseñado a hacer presentaciones interactivas. El viernes 11, el primer taller (La IA que está en internet, 45 m), fue bien. Pero el domingo 13, el día en que culminaba la semana de la Biennal en la Festa de la Ciència, el día del segundo taller (Narrativa de ficción y límites de la ciencia, 45 m) y la microcharla (Los límites de la IA, 10 m), me levanté con fiebre alta y vomitando. En el CUAP de la calle Fluviá me trataron como sospechoso de COVID: test de antígenos negativo, aislado hasta los resultados de la PCR. Obviamente, no podía ni acercarme a la Festa. Decidimos ofertar el taller vía ZOOM, pero el Ajuntament no disponía de suficiente conectividad en el lugar asignado y optamos por cancelarlo (el tema era demasiado específico). Cuando ya pensaba que la microcharla correría la misma suerte, Lissette dio un paso al frente: «Yo la daré», me escribió por WhatsApp, «mándame la última versión de las transparencias». Eran las doce y media del mediodía, la presentación estaba planeada para las nueve de la noche.

              Aquella tarde intercambiamos mensajes hasta que ella se sintió confortable con mi forma de decir. Colaboramos para que la microcharla saliera adelante, trabajamos para que las ideas sobre los límites de la IA —con énfasis en los sociales y éticos—, se difundieran en la concurrencia. A las 21:12 recibí un satisfecho: «Ya he presentado». Quizás, como resultado de lo que Lissette dijo, alguna de las personas asistentes haya modulado su postura inicial sobre la IA. Todo nuestro esfuerzo va por ella. Y ahora que puedo mirar atrás con más serenidad, veo que en aquella situación apurada Lissette tomó la iniciativa y asumió una responsabilidad que no todo el mundo hubiera aceptado. Demostró ser una persona en quien se puede confiar frente a imprevistos. Chapeau, Lissette!

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